Miranda 13/02/2009 - 01
EL CORREO -
50 EMPRESAS HAN DESCARTADO LA COMPRA DE ROTTNEROS MIRANDA DESDE JUNIO DE 2008

Interior de las instalaciones de Rottneros Miranda. / AVELINO GÓMEZ
«Ésta no es la joya de la corona». Gregorio Martín, director general de Rottneros Miranda, sintetiza en esta frase la situación real de la empresa más emblemática de la ciudad. Sus propios números, el desplome de los precios de la pasta de papel y un contexto de crisis internacional del que nadie escapa, han llevado a esta planta con casi setenta años de historia a la actual situación de amenaza de cierre inminente. Un dato confirma su escaso atractivo. Desde junio está en venta. Se ha ofrecido a 50 empresas del sector y todas han descartado la operación.
«¿Por qué nadie viene a comprar? Porque no es interesante. Y ya se puede suponer que cuando se está en condiciones de cerrar se pone un precio ajustado; para nada abusivo». Su mejor activo, hoy por hoy, está en la amplia superficie que ocupa junto a la carretera de Logroño; son varios miles de metros cuadrados. Pero es un activo también teórico; en pleno 'parón' de la construcción.
El momento es, por tanto, crítico. La dirección expuso el pasado miércoles ante el viceconsejero de Empleo de la Junta, Ignacio Ariznavarreta, y el director general de Industria, Carlos Martín Tobalina, un plan de viabilidad que exigirá una significativa reducción de puestos de trabajo; un total de 55. Es esa cuota del 33% a la que ha venido haciendo referencia el comité de empresa.
La misma idea se trasladó a Suecia. «Su planteamiento fue, 'suena bien'. Pero para llevarlo a efecto necesitas 13 millones de euros. Se sobreentiende -añade el director general- que si somos capaces de encontrarlos la empresa, probablemente, estaría en disposición de seguir para adelante».
Ese notable esfuerzo irá acompañado de una caída en los niveles de producción superiores al 50% en este año y durante 2010, «como muy optimista, tendré que producir un 30%». La situación deriva en que «no habrá necesidad de hacer seis turnos y sobrarán algunos técnicos e incluso el director general de la empresa (por él mismo)».
¿Y los 13 millones? Según precisa Martín 7,5 son para terminar la inversión de alrededor de once que se exige para mejoras de carácter medioambiental así como para optimizar los costes de gas y electricidad. Ese porcentaje, además, se requiere para obtener el permiso medioambiental integrado «que nos permitiría seguir funcionando». El resto de la cuantía se repartiría entre «compensar aquellos despidos que vamos a tener que hacer» -de ellos, según el responsable de la planta, el 70% afectaría a trabajadores por encima de los 58 años-. Y, también, para hacer frente a pérdidas «porque en los primeros 3 ó 4 meses las tendremos y hay que disponer de alguna línea de descuento o algo».
Este planteamiento permitiría, según Martín, salvar la actual situación, que se prevé pueda dilatarse hasta finales de 2010. A partir de ahí «confiamos en que las aguas puedan volver a su cauce y poder retornar a algo parecido a lo de los últimos años. Pero no hay garantía. No sé lo que va a pasar con el consumo». La inyección económica se pide contrarreloj a las administraciones. Las fórmulas que se plantean son múltiples: «Hay unas líneas para reindustrialización, para empresas en crisis, para financiar el circulante...».
El dinero público
En lo que sí se insiste desde la dirección de Rottneros Miranda es en que «no se ha estado malgastando dinero del erario público». Primero, porque no lo ha recibido ya que todas las líneas de financiación se han planteado a proyectos realizados. «La realidad es que no ha llegado ni un duro. Recibir nada, pero sí que hemos pagado los impuestos».
Sobre esta puntualización se hace un especial hincapié en que la crisis actual de la factoría y del propio grupo sueco la ha llevado a estar «en manos de los bancos», un consorcio internacional entre «los que se encuentra el BBVA». Son estas entidades las que, se asegura, sólo estarían dispuestas a conceder un crédito a Rottneros AB si se desprende de su activo de Miranda.
¿Por qué? Por sus números deficitarios. De entrada, la multinacional lleva lastrando cuatro años de pérdidas. Y en el caso de la factoría de la carretera Logroño, Gregorio Martín habla de esos 6,4 millones de 2008 «a los que hay que añadir que se invirtieron 3 millones en las instalaciones fabriles de la ciudad más 5,5 millones en Silvipack» (la planta dedicada a la producción de envases).
También se ha ganado, se admite, -los trabajadores hablaron de más de 80 millones en una década- «pero en los últimos 5 años el resultado acumulado es de 5 millones de euros negativos». Es éste el dato «importante» a evaluar porque «aun no siendo una fortuna» es el que valoran los consejos de administración a la hora de plantearse una viabilidad de futuro. «Pero es que hemos perdido eso y hemos invertido por encima de los 10 millones de euros en este tiempo», se recalca.
La caída en las ventas ha sido definitiva. Se ha pasado de las 12.000 ó 13.000 toneladas de media de otros años -la práctica totalidad de lo que se producía- a un desplome desde el pasado mes de septiembre hasta menos de 4.000. Un mercado en crisis, un consumo de papel también en mínimos y precios de venta extremadamente bajos, no conocidos en los últimos 30 años -la peor opción por la que optaron los productores-, ha traído este negro panorama al sector. En todo ha confluido la depreciación del dólar (la moneda de compra-venta en la pasta de papel) y la subida de las tarifas de gas y electricidad. «Con los precios actuales hay que asumir pérdidas de un millón de euros al mes».
Aún cuando se supere el actual bache, Rottneros Miranda ha de plantearse otras alternativas de futuro si pretende subsistir. Y es que las fábricas de pasta más pequeñas que operan en España, su competencia directa, son de 450.000 toneladas de producción anual. Aquí se fabrican unas 150.000. «Ninguna opera ya en el mundo por menos de un millón de toneladas».
La competencia de Brasil e, incluso, los altos costes que suponen para Miranda el transporte de la madera -que se encuentra a una media de 450 kilómetros de distancia-, hace pensar a la dirección en otras posibilidades. «Esto es pura y dura supervivencia», se recalca. Potenciar Silvipac y reciclar al personal para otras acciones de producción en el área de las «empresas verdes» son algunas de las opciones.